Cochabamba será sede de la 42º
reunión de la OEA, lo que brinda a Bolivia oportunidad para presentar un
alegato y también para que la resolución sea ratificada.
El
discurso pronunciado el pasado viernes por el presidente del Estado
Plurinacional, Evo Morales, con motivo de conmemorarse un aniversario
más del asalto de las tropas chilenas al litoral boliviano, no tuvo la
espectacularidad del pasado año en similar fecha cuando el Jefe de
Estado anunció la demanda internacional contra el vecino país y que
estableció un nuevo giro en la política internacional marítima.
A
partir de ese anuncio el proceso de una demanda de la importancia y
alcances que pretende llevar adelante contra Chile, es lento y
complicado y quienes esperaban que este procedimiento podría ser de
inmediato estaban equivocados. En su discurso el presidente Morales dejó
sentado que la demanda tomará su tiempo.
El discurso del
Presidente en este nuevo aniversario de los hechos nefastos del 23 de
marzo de 1879, posiblemente no llenó la expectativa porque fue en
realidad una reiteración del centenario problema del país frente a Chile
aunque obviamente con el aditamento de reafirmar la decisión boliviana
de acudir a los tribunales de justicia y la aseveración de que Chile no
sea un mal vecino, lo que evidentemente despertó la reacción inmediata
del Canciller chileno.
Lo cierto es que en un asunto tan delicado
no cabían otras afirmaciones a no ser aquellas de la voluntad de la
demanda internacional y la intención de continuar con el diálogo, aunque
para algunos sectores de la oposición esto constituye un doble
discurso. La oposición que formuló duras críticas al gobierno del
presidente Morales en sentido de que durante cinco años se le mintió a
Bolivia sobre cómo resolver la demanda marítima, no tomó en cuenta que
este problema no responde en realidad a la coyuntura política de un
determinado gobierno, sino que se trata de uno de los asuntos más
delicados para la nacionalidad boliviana.
La oposición que muchas
veces se expresa por declaraciones aisladas de algunos diputados o
dirigentes políticos, debería formularse un recuento de la política
marítima de anteriores gobiernos y seguramente que concluiría que muchos
de ellos no solo que no establecieron acciones definidas en los foros
internacionales, sino que incluso dejaron el asunto en un rumbo muchas
veces errático y sin fundamento. Está claro que uno de los logros
importantes fue la Resolución 426 de la Organización de Estados
Americanos (OEA) en 1979, que estableció que la demanda marítima
boliviana es un tema de “interés hemisférico” recomendando una solución
equitativa y respaldando un “acceso soberano y útil al mar”.
Cochabamba
será en junio próximo, la sede de la 42º reunión de la OEA, lo que
brinda a Bolivia oportunidad significativa para presentar no solo un
alegato en defensa de su causa marítima, también un pedido claro para
que la mencionada resolución sea ratificada, lo que en sí ya
constituiría una avance de mayor importancia.
Los partidos
políticos de oposición y los sectores sociales representativos,
incluyendo instituciones privadas y otras de influencia, deberían unir
criterios y esfuerzos para aportar planteamientos e ideas con miras
precisamente a la reunión de la OEA de Cochabamba. Más que declaraciones
aisladas y que se inscriben en el marco estrecho de intereses
políticos, el tema del mar debe merecer el apoyo de todos los bolivianos
en la perspectiva de apuntalar el informe del Gobierno ante la OEA,
reunión que por circunstancias de que Bolivia es la sede, puede
presentar un ambiente especial para analizar el pedido boliviano.
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